La obesidad infantil es uno de los más grandes problemas de la salud pública en pleno siglo XXI. Se intenta luchar contra esta condición que afecta a países de altos y medianos ingresos y a la población localizada en los principales centros urbanos. Según datos arrojados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el 2016 eran cerca de 41 millones de niños menores de 5 años los que sufrían de sobrepeso.
Las grandes compañías de alimentos se han encargado de desarrollar campañas que promocionen sus productos con altos en niveles de azucares, grasas procesadas y conservantes que afectan la salud de los más pequeños. Y por sus bajos costos y facilidad de consumo se han popularizado en países desarrollados y en vía de desarrollo, mal nutriendo a cientos de miles de niños.
Es necesario comenzar a vigilar la dieta diaria y el peso adecuado de nuestros hijos, pues al padecer de obesidad en la infancia, corren un alto riesgo de mantener el mismo peso desequilibrado, enfermedades cardiovasculares y diabetes en el futuro. Todo esto es prevenible si les damos el cuidado adecuado desde los primeros meses de vida.
Causas de la obesidad infantil
Las tasas mundiales de niños que padecen de obesidad sigue en aumento y se mantendrán en alza si no comenzamos a cambiar sus hábitos desde temprana edad. Son muchas las causas que se cuentan como detonantes de esta grave condición sanitaria.
En primer lugar, tenemos los alimentos procesados. Pueden ser comidas muy atractivas para los niños, pero no cuentan con los nutrientes necesarios que contribuyan a su correcto desarrollo físico. En un mundo tan globalizado, en el que todos llevan una rutina diaria ajetreada, el tiempo es oro. Es por ello que los alimentos de fácil consumo, pobres en vitaminas y minerales se han popularizado entre los padres, incluyéndolos en la dieta diaria de muchas familias.
En segundo lugar, tenemos la falta de actividad física. Hay niños que tienen mayor predisposición genética a la obesidad, por ello se les debe educar para que se mantengan activos físicamente y logren mantener un peso ideal. La práctica de ejercicio y deportes son una forma de combatir la obesidad infantil, permitiendo que los niños crezcan sanos y fuertes.
En tercer lugar, tenemos el sedentarismo. Al igual que los adultos, los niños se acostumbran a un estilo de vida sin actividad física. Y con la popularidad de los dispositivos tecnológicos y videojuegos, cada vez es menor la cantidad de niños que disfrutan del parque al aire libre y se dedican a practicar algún deporte. Lo ideal es que realicen una actividad física como mínimo cada cierto tiempo.
Consecuencias de la obesidad infantil
Las principales y más importantes consecuencias de la obesidad infantil, están relacionadas con el desarrollo físico del niño. Pero también puede acarrear consecuencias psicológicas a través de los años. Aquí algunas de ellas:
- Alteraciones del sueño e inestabilidad en su descanso diario.
- Desarrollo de enfermedades cardiovasculares e hipertensión desde temprana edad.
- Entorpecimiento del desarrollo de huesos y articulaciones.
- Altos niveles de glucosa en sangre.
- Baja autoestima, depresión y desanimo.
- Aislamiento social e inconformidad con la apariencia física.
Estas son solo algunas de las graves consecuencias que conlleva la obesidad infantil, sin mencionar otras enfermedades y trastornos conexos que pueden dañar severamente el desarrollo del niño.
Consejos para evitar la obesidad infantil
Cada padre tiene la responsabilidad de implementar los hábitos y cuidados necesarios para evitar la obesidad infantil en sus hijos. Estos simples consejos pueden ayudar a transformar la salud de los más pequeños.
Compartir la mesa familiar. Estudios recientes avalan que el comer y compartir en familia, puede contribuir al consumo de alimentos sanos. Esto es un factor importante, pues como padres, se puede controlar lo que comen los niños durante cada comida. A la vez que promueve la comunicación y se atienden las necesidades del niño.
Realizar actividad física. Con solo 30 minutos diarios que se dediquen a cualquier actividad física o deporte, se está evitando la obesidad infantil. Si los padres están en la disposición, pueden alentar al niño y practicar junto con él. Esta es una forma de no mantenerse en casa sin ejercitar la musculatura y potenciar la flexibilidad.
Cambiar los hábitos alimenticios. Es más fácil si desde pequeños, acostumbramos a cualquier niño a comer alimentos sanos con buen contenido en nutrientes y vitaminas. Se pueden incluir vegetales y cereales en distintas recetas, de modo que el niño tolere y se adapte progresivamente al sabor.
La lucha contra la obesidad infantil es de todos. Come bien, haz ejercicio y predica con el ejemplo.